4. La emblemática política
Junto a la moral y la religión, la emblemática fue también un lenguaje del poder. Durante el Barroco, reyes, diplomáticos y teólogos utilizaron los emblemas para exponer las virtudes del buen gobierno y legitimar el orden monárquico. En este ámbito se sitúan obras como la dea principis christiano-politici (1649) o Corona gótica, castellana y austriaca (1700) de Diego de Saavedra Fajardo, o Juan de Solórzano y su Emblemata regio politica in centuriam unam (1653). En ambos casos, la imagen alegórica actúa como sello de identidad institucional, uniendo historia, doctrina y propaganda.
