Andrés Ferrer de Valdecebro (1620-1680) nació en el seno de una familia noble. Profesó como dominico en el Convento de Santo Tomás de Madrid y pronto fue enviado a Nueva España, hasta 1675, cuando regresó a la Península, donde trabajó como catedrático de Teología Moral en Alcalá de Henares. Durante este periodo consolidó sus vínculos con la Corte como confesor de las damas del Palacio Real y Calificador del Consejo de la Suprema Inquisición. Debido a su pensamiento arbitrista, Ferrer de Valdecebro interpretaba los conflictos de la monarquía hispánica a partir del orden natural y los animales, perspectiva que, tras una vida dedicada a la práctica religiosa, aplicó a la asimilación y síntesis de los saberes de tu tiempo.

De esta inquietud, surgió uno de los tratados animalísticos más influyentes del siglo XVII: Gobierno general, moral y político de los animales. Este está dividido en dos partes, una sobre fieras y animales sylvestres (1658) y otra sobre las aves más generosas y nobles (1669). Ambas fueron editadas en Madrid en la Imprenta de Juan de Zúñiga a costa de Francisco Medel del Castillo. De Gobierno general, moral y político hallado en las fieras y animales sylvstres se conservan varias ediciones en la Biblioteca Nacional de España (Madrid), que datan de 1680 y 1696, así como en otros fondos como el de la Universidad de Valladolid, custodiada por la Biblioteca Histórica de Santa Cruz, que data de 1728.
Esta obra está dedicada a los animales salvajes y constituye un tratado ético-político en el que se analizan los valores asociados a estos. Los libros de emblemas interpretan a los animales como portadores de enseñanzas morales, un planteamiento que hunde sus raíces en la tradición de la Antigüedad clásica, particularmente en obras de autores como Aristóteles o Plinio, y que se prolongan en manifestaciones posteriores, como los bestiarios medievales. Así, las descripciones y características asignadas en esta obra a los animales salvajes se insertan en un marco de ejemplaridad moral, donde el autor recurre a conductas y atributos de las diversas especies con el fin de extraer enseñanzas morales y políticas. Además, el autor entiende que cada rasgo del mundo animal también encierra un mensaje divino y, una vez interpretada la parte simbólica, todos estos comportamientos revelan al cristiano pautas que debe seguir en la vida.



En esta parte, el contenido se organiza en dieciocho libros, cada uno centrado en una especie salvaje. Cada capítulo se abre con un título que anuncia las propiedades del animal y se acompaña de un grabado, realizado por Diego de Obregón, que cumple únicamente una función ilustrativa, sin carga simbólica, alejando al lector de la concepción clásica de un emblema. Tras la imagen, se desarrolla el texto, estructurado en diversos capítulos que aborda aspectos como las cualidades naturales del ave, sus virtudes, los jeroglíficos asociados a dichas propiedades y, finalmente, una sección de digresión en la que el autor introduce una serie de reflexiones. Al cierre de cada capítulo aparecen motivos tipográficos decorativos, distintos en cada libro, que acompañan en su mayoría la abreviatura “pro”en alusión a la fórmula latina por imprimatur (“para que se imprima”). El conjunto se completa con una serie de tablas incluidas al final del volumen y concebidas como instrumento de apoyo para la predicación.
Bibliografía
Ferrer de Valdecebro, A. (1728). Gobierno general, moral y político hallado en las aves mas generosas y nobles sacado de sus naturales virtudes y propiedades. En Madrid: imprenta de Juan de Zúñiga a costa de Francisco Medel del Castillo.
Laura Paredes Rubio


