
Ocupa toda la página. Con esta miniatura de la visión a orillas del gran río concluye el Libro de Daniel. El personaje de blanco se coloca en el centro en la parte superior. dialogando con Daniel. El rio serpentea en diagonal en la página y se representan dos ángeles más. Pese a su tamaño es una representación simple, que se completa con las notas explicativas a las figuras.
2.En aquel tiempo, yo, Daniel, hice penitencia durante tres semanas: 3.no comí alimento sabroso; ni carne ni vino entraron en mi boca, ni me ungí, hasta el término de estas tres semanas. 4.El día veinticuatro del primer mes, estando a orillas del río grande, el Tigris, 5.levanté los ojos para ver. Vi esto: Un hombre vestido de lino, ceñidos los lomos de oro puro: 6.su cuerpo era como de crisólito, su rostro, como el aspecto del relámpago, sus ojos como antorchas de fuego, sus brazos y sus piernas como el fulgor del bronce bruñido, y el son de sus palabras como el ruido de una multitud.7.Sólo yo, Daniel, contemplé esta visión: los hombres que estaban conmigo no veían la visión, pero un gran temblor les invadió y huyeron a esconderse. 8.Quedé yo solo contemplando esta gran visión; estaba sin fuerzas; se demudó mi rostro, desfigurado, y quedé totalmente sin fuerzas. 9.Oí el son de sus palabras y, al oírlo, caí desvanecido, rostro en tierra. 10.En esto una mano me tocó, haciendo castañear mis rodillas y las palmas de mis manos. 11.Y me dijo: «Daniel, hombre de las predilecciones, comprende las palabras que voy a decirte, e incorpórate, porque yo he sido enviado ahora donde ti.» Al decirme estas palabras me incorporé temblando. 12.Luego me dijo: «No temas, Daniel, porque desde el primer día en que tú intentaste de corazón comprender y te humillaste delante de tu Dios, fueron oídas tus palabras, y precisamente debido a tus palabras he venido yo. 13.El Príncipe del reino de Persia me ha hecho resistencia durante veintiún días, pero Miguel, uno de los Primeros Príncipes, ha venido en mi ayuda. Le he dejado allí junto a los reyes de Persia 14.y he venido a manifestarte lo que le ocurrirá a tu pueblo al fin de los días. Porque hay todavía una visión para esos días.» (Daniel, 10, 2-14)