La letra capitular aparece al comienzo de una obra, capítulo y párrafo con un tamaño sustancialmente mayor que las letras mayúsculas o minúsculas que acompañan el texto, ocupando por lo general un espacio de dos o tres líneas, aunque no es raro que abarque más renglones, e incluso que se extienda a lo largo del margen izquierdo de toda la columna del texto o página del libro. Normalmente se dejaba el espacio vacío y, una vez que el texto manuscrito estaba completo, se procedía a completar estas iniciales ornamentándolas y dotándolas de pigmentos. También se suelen llamar iniciales “miniadas”, palabra derivada del pigmento “minio”, que es un óxido de plomo de color rojizo.
En este caso, la mutilación se perpetró sobre las hojas de guarda, que pertenecen a algún manuscrito reutilizado para la encuadernación de este incunable.