
“Y cuatro bestias grandes, diferentes la una de la otra, subían del mar. La primera era como león, y tenía alas de águila. Yo estaba mirando hasta que sus alas fueron arrancadas, y fue levantada del suelo se puso enhiesta sobre los pies a manera de hombre, y le fue dado corazón de hombre” (Daniel 7:3-4)
“Y he aquí otra segunda bestia, semejante a un oso, la cual se alzaba de un costado más que del otro, y tenía en su boca tres costillas entre los dientes; y le fue dicho así: Levántate, devora mucha carne” (Daniel 7:5)
“Después de esto miré, y he aquí otra, semejante a un leopardo, con cuatro alas de ave en sus espaldas; tenía también esta bestia cuatro cabezas; y le fue dado dominio” (Daniel 7:6)
“Después de esto miraba yo en las visiones de la noche, y he aquí la cuarta bestia, espantosa y terrible y en gran manera fuerte, la cual tenía unos dientes grandes de hierro; devoraba y desmenuzaba, y las sobras hollaba con sus pies, y era muy diferente de todas las bestias que vi antes de ella, y tenía diez cuernos. (Daniel 7:7-14)
Se utilizan los comentarios de San Jerónimo a los textos de Daniel para interpretar las bestias, que simbolizan un mundo dividido en 4 partes: norte, sur, este y oeste; así como los 4 reinos: Babilonia, Medos y Persas, Macedonios y Romanos.