
Miniatura de página completa. Se dispone conforme a la secuencia narrativa. Refiere la idolatría del Rey y la orden para adorar la gran estatua de oro. Los nobles y dignatarios de la corte se reúnen para postrarse ante ella cuando comienza a sonar la música. Lo que se representa en la parte superior. En ella destacan los músicos con sus instrumentos, perfectamente representados. En la estatua parece faltar el pan de oro. A sus lados se postran los fieles. En la Inferior se ve a Nabucodonosor en su trono señalando con el dedo el gran horno que ocupa la parte inferior derecha de la ilustración. En el se encuentran los tres amigos de Daniel que se han negado a adorar al ídolo. Sobre ellos se representa al ángel que los protege del fuego. Dos personajes, bajo Nabucodonosor alimentan el horno con madera. Destaca el realismo en la representación técnica del gran horno y el calor que emana, en forma de gruesas líneas rojas de él.
1.El rey Nabucodonosor hizo una estatua de oro, de sesenta codos de alta por seis de ancha, y la erigió en el llano de Dura, en la provincia de Babilonia. 2.El rey Nabucodonosor mandó a los sátrapas, prefectos, gobernadores, consejeros, tesoreros, juristas y jueces y a todas las autoridades provinciales, que se reunieran y asistieran a la dedicación de la estatua erigida por el rey Nabucodonosor. 3.Se reunieron, pues, los sátrapas, prefectos, gobernadores, consejeros, tesoreros, juristas y jueces y todas las autoridades provinciales para la dedicación de la estatua erigida por el rey Nabucodonosor; todos estaban en pie ante la estatua erigida por el rey Nabucodonosor. 4.El heraldo pregonó con fuerza: «A vosotros, pueblos, naciones y lenguas, se os hace saber: 5.En el momento en que oigáis el cuerno, el pífano, la cítara, la sambuca, el salterio, la zampoña y toda clase de música, os postraréis y adoraréis la estatua de oro que ha erigido el rey Nabucodonosor. 6.Aquél que no se postre y la adore, será inmediatamente arrojado en el horno de fuego ardiente.» 7.Con tal motivo, en cuanto se oyó sonar el cuerno, el pífano, la cítara, la sambuca, el salterio, la zampoña y toda clase de música, todos los pueblos, naciones y lenguas se postraron y adoraron la estatua de oro que había erigido el rey Nabucodonosor. 8.Sin embargo, algunos caldeos se presentaron a denunciar a los judíos. 9.Tomaron la palabra y dijeron al rey Nabucodonosor: «¡Viva el rey eternamente! 10.Tú, oh rey, has ordenado que todo hombre, en cuanto oiga sonar el cuerno, el pífano, la cítara, la sambuca, el salterio, la zampoña y toda clase de música, se postre y adore la estatua de oro, 11.y que aquél que no se postre para adorarla sea arrojado en el horno de fuego ardiente. 12.Pues hay algunos judíos a quienes has encargado de la administración de la provincia de Babilonia: Sadrak, Mesak y Abed Negó, que no te hacen caso, oh rey; no sirven a tu dios ni adoran la estatua de oro que has erigido.» 13.Ebrio de cólera, Nabucodonosor mandó llamar a Sadrak, Mesak y Abed Negó, que fueron introducidos ante el rey. 14.Nabucodonosor tomó la palabra y dijo: «¿Es verdad, Sadrak, Mesak y Abed Negó, que no servís a mis dioses ni adoráis la estatua de oro que yo he erigido? 15.¿Estáis dispuestos ahora, cuando oigáis sonar el cuerno, el pífano, la cítara, la sambuca, el salterio, la zampoña y toda clase de música, a postraros y adorar la estatua que yo he hecho? Si no la adoráis, seréis inmediatamente arrojados en el horno de fuego ardiente; y ¿qué dios os podrá librar de mis manos?» 16.Sadrak, Mesak y Abed Negó tomaron la palabra y dijeron al rey Nabucodonosor: «No necesitamos darte una respuesta sobre este particular. 17.Si nuestro Dios, a quien servimos, es capaz de librarnos, nos librará del horno de fuego ardiente y de tu mano, oh rey; 18.y si no lo hace, has de saber, oh rey, que nosotros no serviremos a tus dioses ni adoraremos la estatua de oro que has erigido.» 19.Entonces el rey Nabucodonosor, lleno de cólera y demudada la expresión de su rostro contra Sadrak, Mesak y Abed Negó, dio orden de que se encendiese el horno siete veces más de lo corriente, 20.y mandó a los hombres más fuertes de su ejército que ataran a Sadrak, Mesak y Abed Negó y los arrojaran al horno de fuego ardiente. 21.Fueron, pues, atados estos hombres, con sus zaragüelles, túnicas, gorros y vestidos, y arrojados al horno de fuego ardiente. 22.Como la orden del rey era perentoria y el horno estaba excesivamente encendido, la llamarada mató a los hombres que habían llevado allá a Sadrak, Mesak y Abed Negó. 23.Y los tres hombres, Sadrak, Mesak y Abed Negó, cayeron, atados, en medio del horno de fuego ardiente. 24.Iban ellos por entre las llamas alabando a Dios y bendiciendo al Señor.. (Daniel, 3 1-24)