Imagen principal y momento culminante del libro, en el que Oveco, a doble página plasma secuencialmente el proceso del juicio. Aunque el marco de lacerías trenzado confiere unidad a la ilustración, esta se estructura independientemente en cada una de las hojas, rompiéndose el plano y el equilibrio geométrico de las líneas, planos y bandas de color. En el Beato de Valcavado, la lectura de la imagen es lineal, en el sentido de la lectura iniciándose en el centro superior del verso del folio 180, con Dios en su trono, con el libro de la vida en sus manos, rodeado por un círculo de estrellas, sostenido por ángeles, y terminando en la base del 181 con el infierno como un pozo con los cuerpos desnudos, lacerados, en desorden de los condenados. Entre uno y otro espacio se suceden los jueces sentados y las filas de los que van a ser juzgados. En la segunda se encuentran las filas de los condenados dirigiéndose al pozo de almas, Oveco ha sabido plasmar con pocos elementos, las ropas se van deteriorando y con una acentuada dramatización en los gestos y miradas, el dramatismo de la escena. Los textos que explican la escena son los siguientes: «hi sunt qui non iudicabuntur et iudices sunt quum his qui iudicant utrumque regnant( isti sunt iudicati et damnati et copu__/ isti sunt mortui de inferno qui non erunt iudicati».

11.Luego vi un trono grande y espléndido, y a uno que estaba sentado en él; el cielo y la tierra huyeron al verlo, sin que quedaran huellas de ellos. 12.Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante el trono, mientras eran abiertos unos libros. Luego fue abierto otro, el libro de la vida. Entonces fueron juzgados los muertos de acuerdo con lo que está escrito en esos libros, es decir, cada uno según sus obras. 13.El mar devolvió los muertos que guardaba, y también la Muerte y el Lugar de los muertos devolvieron los muertos que guardaban, y cada uno fue juzgado según sus obras. 14.Después la Muerte y el Lugar de los muertos fueron arrojados al lago de fuego: este lago de fuego es la segunda muerte. 15.Y todo el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue arrojado al lago de fuego. (Apocalipsis 20, 11-15)